Texto no literario definicion wikipedia

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Ejemplos de textos de no ficción

Este artículo tiene un estilo de citación poco claro. Las referencias utilizadas podrían ser más claras con un estilo de citación y de notas a pie de página diferente o coherente. (Enero 2012) (Aprende cómo y cuándo eliminar este mensaje de la plantilla)
La literariedad es la organización del lenguaje que, mediante propiedades lingüísticas y formales especiales, distingue los textos literarios de los no literarios (Baldick 2008). Los rasgos definitorios de una obra literaria no residen en las condiciones extraliterarias, como la historia o los fenómenos socioculturales, en las que se haya podido crear un texto literario, sino en la forma del lenguaje que se utiliza. Así, la literariedad se define como la característica que hace que una obra determinada sea una obra literaria. Distingue una obra literaria de los textos ordinarios por el uso de ciertos recursos artísticos como la métrica, la rima y otros patrones de sonido y repetición.
El término «literariedad» fue introducido por primera vez por el formalista ruso Roman Jacobson en 1921. En su obra Modern Russian Poetry declaró que «el objeto de la ciencia literaria no es la literatura, sino la literariedad, es decir, lo que hace que una obra determinada sea una obra literaria» (Das 2005, p. 78). El formalismo ruso precedió a la Revolución Rusa, ya que se originó en la segunda década del siglo XX y floreció en los años veinte. Tuvo su origen en dos centros: el Círculo Lingüístico de Moscú y el grupo de San Petersburgo OPOJAZ (Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético) (Makaryk 2000, p. 53). Su atención se centró en el análisis de los rasgos que componen los textos literarios, en oposición al antiguo estudio tradicional de la literatura, que se centraba en el estudio de la literatura junto con otras disciplinas como la historia, la biografía, la sociología y la psicología (Makaryk 2000, p. 53). Insistía en que los estudiosos de la literatura debían ocuparse únicamente de los componentes de un texto literario y excluir toda intuición o imaginación. Subrayaba que la atención se centraba en la propia creación literaria y no en el autor/lector o en cualquier otro sistema extrínseco (Erlich 1973, p. 628).

Frankenst…

La no ficción creativa (también conocida como no ficción literaria o no ficción narrativa o periodismo literario o verfábula[1]) es un género de escritura que utiliza estilos y técnicas literarias para crear narraciones basadas en hechos reales. La no ficción creativa contrasta con otras formas de no ficción, como la escritura académica o técnica o el periodismo, que también se basan en hechos precisos pero no se escriben para entretener basándose en el estilo de la prosa. Muchos escritores consideran que la no ficción creativa se solapa con el ensayo.
La crítica literaria Barbara Lounsberry -en su libro The Art of Fact- sugiere cuatro características constitutivas del género, la primera de las cuales es «un tema documentable escogido del mundo real en lugar de «inventado» por la mente del escritor»[4] Con esto quiere decir que los temas y acontecimientos tratados en el texto existen de forma verificable en el mundo natural. La segunda característica es la «investigación exhaustiva»,[4] que, según ella, permite a los escritores «perspectivas novedosas sobre sus temas» y «también les permite establecer la credibilidad de sus narraciones mediante referencias verificables en sus textos»[5] La tercera característica que, según Lounsberry, es crucial para definir el género es «la escena». Destaca la importancia de describir y revivir el contexto de los acontecimientos, en contraste con el típico estilo periodístico de reportaje objetivo[6] La cuarta y última característica que sugiere es «La buena escritura: un estilo de prosa literaria». «El tema verificable y la investigación exhaustiva garantizan el lado no ficticio de la no ficción literaria; la forma y la estructura narrativas revelan el arte del escritor; y, por último, su lenguaje pulido revela que el objetivo ha sido siempre la literatura»[7] El ensayista y crítico Phillip Lopate describe la reflexión como un elemento necesario del género, ofreciendo el consejo de que la mejor no ficción literaria capta «la mente en funcionamiento»[8].

Ficción histórica

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La literariedad es la organización del lenguaje que, mediante propiedades lingüísticas y formales especiales, distingue los textos literarios de los no literarios (Baldick 2008). Los rasgos definitorios de una obra literaria no residen en las condiciones extraliterarias, como la historia o los fenómenos socioculturales, en las que se haya podido crear un texto literario, sino en la forma del lenguaje que se utiliza. Así, la literariedad se define como la característica que hace que una obra determinada sea una obra literaria. Distingue una obra literaria de los textos ordinarios por el uso de ciertos recursos artísticos como la métrica, la rima y otros patrones de sonido y repetición.
El término «literariedad» fue introducido por primera vez por el formalista ruso Roman Jacobson en 1921. En su obra Modern Russian Poetry declaró que «el objeto de la ciencia literaria no es la literatura, sino la literariedad, es decir, lo que hace que una obra determinada sea una obra literaria» (Das 2005, p. 78). El formalismo ruso precedió a la Revolución Rusa, ya que se originó en la segunda década del siglo XX y floreció en los años veinte. Tuvo su origen en dos centros: el Círculo Lingüístico de Moscú y el grupo de San Petersburgo OPOJAZ (Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético) (Makaryk 2000, p. 53). Su atención se centró en el análisis de los rasgos que componen los textos literarios, en oposición al antiguo estudio tradicional de la literatura, que se centraba en el estudio de la literatura junto con otras disciplinas como la historia, la biografía, la sociología y la psicología (Makaryk 2000, p. 53). Insistía en que los estudiosos de la literatura debían ocuparse únicamente de los componentes de un texto literario y excluir toda intuición o imaginación. Subrayaba que la atención se centraba en la propia creación literaria y no en el autor/lector o en cualquier otro sistema extrínseco (Erlich 1973, p. 628).

Ejemplo de historia de no ficción

Este artículo tiene un estilo de citación poco claro. Las referencias utilizadas podrían ser más claras con un estilo de citación y notas a pie de página diferente o coherente. (Enero de 2012) (Aprende cómo y cuándo eliminar este mensaje de la plantilla)
La literariedad es la organización del lenguaje que, mediante propiedades lingüísticas y formales especiales, distingue los textos literarios de los no literarios (Baldick 2008). Los rasgos definitorios de una obra literaria no residen en las condiciones extraliterarias, como la historia o los fenómenos socioculturales, en las que se haya podido crear un texto literario, sino en la forma del lenguaje que se utiliza. Así, la literariedad se define como la característica que hace que una obra determinada sea una obra literaria. Distingue una obra literaria de los textos ordinarios por el uso de ciertos recursos artísticos como la métrica, la rima y otros patrones de sonido y repetición.
El término «literariedad» fue introducido por primera vez por el formalista ruso Roman Jacobson en 1921. En su obra Modern Russian Poetry declaró que «el objeto de la ciencia literaria no es la literatura, sino la literariedad, es decir, lo que hace que una obra determinada sea una obra literaria» (Das 2005, p. 78). El formalismo ruso precedió a la Revolución Rusa, ya que se originó en la segunda década del siglo XX y floreció en los años veinte. Tuvo su origen en dos centros: el Círculo Lingüístico de Moscú y el grupo de San Petersburgo OPOJAZ (Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético) (Makaryk 2000, p. 53). Su atención se centró en el análisis de los rasgos que componen los textos literarios, en oposición al antiguo estudio tradicional de la literatura, que se centraba en el estudio de la literatura junto con otras disciplinas como la historia, la biografía, la sociología y la psicología (Makaryk 2000, p. 53). Insistía en que los estudiosos de la literatura debían ocuparse únicamente de los componentes de un texto literario y excluir toda intuición o imaginación. Subrayaba que la atención se centraba en la propia creación literaria y no en el autor/lector o en cualquier otro sistema extrínseco (Erlich 1973, p. 628).

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