Ensayo sobre la muerte corto
Temas de la muerte para el ensayo
Esto ha hecho que me sorprenda una reciente franja de hermosos ensayos. En diferentes publicaciones de las últimas semanas, me he topado con escritores que contemplaban los últimos días. Son, sin duda, historias difíciles de leer. Tuve que hacer pausas cuando leí la experiencia de Paul Kalanithi al enfrentarse a un cáncer de pulmón metastásico mientras criaba a un niño pequeño, y me sentí desolada cuando seguí las reflexiones de Liz Lopatto sobre cómo darle a su gato enfermo la mejor muerte posible. Pero también aprendí mucho de la lectura de estos ensayos, sobre lo que significa tener una buena muerte frente a un final difícil de quienes se ven obligados a lidiar con el tema. Estas son cuatro historias que me han llamado la atención recientemente, junto con un ensayo de hace unos años que se me queda grabado.
Hasta el mes pasado, el popular autor y neurólogo Oliver Sacks gozaba de una gran salud, e incluso nadaba una milla todos los días. Luego, todo cambió: a sus 81 años le diagnosticaron un cáncer de hígado terminal. En un hermoso artículo de opinión, publicado a finales de febrero en el New York Times, describe su estado de ánimo y cómo afrontará sus últimos momentos. Lo que me gustó de este ensayo es cómo Sacks describe cómo cambia su visión del mundo al ver que su tiempo en la tierra se acorta, y cómo piensa en el valor de su tiempo.
Ensayo personal sobre la muerte
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La muerte se aplica generalmente a organismos enteros; el proceso similar que se observa en componentes individuales de un organismo vivo, como células o tejidos, es la necrosis. Algo que no se considera un organismo vivo, como un virus, puede destruirse físicamente pero no se dice que muera.
Uno de los retos a la hora de definir la muerte es distinguirla de la vida. Como punto en el tiempo, la muerte parece referirse al momento en que la vida termina. Determinar cuándo se ha producido la muerte es difícil, ya que el cese de las funciones vitales no suele ser simultáneo en todos los sistemas orgánicos[7], por lo que dicha determinación requiere trazar límites conceptuales precisos entre la vida y la muerte. Esto es difícil, ya que hay poco consenso sobre cómo definir la vida.
Ensayo descriptivo sobre la muerte
Kevin John Brophy no trabaja, asesora, posee acciones ni recibe financiación de ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, y no ha revelado ninguna afiliación relevante más allá de su nombramiento académico.
Un amigo me envía los documentos necesarios para hacerme albacea de su testamento. No espera morir a causa de esta pandemia, pero tiene suficientes puntos débiles en su cuerpo como para estar bastante seguro de que no sobreviviría al virus si le alcanzara. No es tan viejo como yo, pero tampoco es joven. Tiene la suficiente lucidez para saber lo que debe hacer ahora: quedarse en casa. También es lo suficientemente lúcido como para admitir en su pensamiento el hecho común de la muerte.
Y es un hecho común: cada año mueren unos 160.000 australianos, aunque cada muerte es una muerte particular y ninguna puede ser igual a otra. Desde cierta distancia, parece que todos debemos entrar en esta oscuridad o en esta luz cegadora por la misma puerta cuando morimos, y desde ese punto de vista nuestro destino común es innegable.
Escritura creativa sobre la muerte
La muerte es algo de lo que nadie puede escapar. Sigue a la vida como la noche sigue al día, el invierno sigue al otoño o la vejez sigue a la juventud. La gente se prepara para no sufrir cuando llegue el invierno. Se preparan para no tener que sufrir en la vejez. Sin embargo, ¡qué poca gente se prepara para la certeza aún mayor de la muerte!
La sociedad moderna ha desviado su mirada de esta cuestión tan fundamental. Para la mayoría de la gente, la muerte es algo que hay que temer, que se teme, o se ve como la ausencia de vida, el vacío. La muerte ha llegado a considerarse de alguna manera «antinatural».
¿Qué es la muerte y qué es de nosotros después de morir? Podemos intentar ignorar estas preguntas. Mucha gente lo hace. Pero si ignoramos la muerte, creo que estamos condenados a vivir una existencia superficial, a vivir «a salto de mata» espiritualmente. Podemos asegurarnos que de alguna manera nos enfrentaremos a la muerte «cuando llegue el momento». Algunas personas se mantienen ocupadas en un flujo constante de tareas. Para evitar pensar en las cuestiones fundamentales de la vida y la muerte. Pero en ese estado de ánimo, las alegrías que sintamos acabarán siendo frágiles, ensombrecidas por la ineludible presencia de la muerte. Tengo la firme convicción de que enfrentarse a la cuestión de la muerte puede ayudar a aportar estabilidad, paz y profundidad reales a nuestras vidas.